miércoles, 28 de septiembre de 2011

No habrá paz para los malvados

Urbizu nos trae a cartelera una novedosa cinta con grandes escenas de cine negro, poco común en el monto de películas españolas.

No habrá paz para los malvados nos presenta a un José Coronado en el papel de Santos Trinidad, un policía estancado en su trabajos y en su vida, borracho y con alto cargo de corrupción. En una primera escena maravillosa, de los mejores diez minutos que he visto últimamente, comete un asesinato bajo los efectos del alcohol y descubre que alguien le ha visto. Seguidamente, el film transcurre entre su propia historia buscando al testigo, y lo que casualmente comporta, y la investigación policial del caso.

Realmente solo puedo destacar dos partes de la cinta. Una escena inicial prodigiosamente bien filmada, protagonizada, con una buena banda sonora,  con una gran dosis de tensión y el punto de adrenalina. Luego divagamos en una trama que no se concreta demasiado y avanza de forma incoherente, no sabemos donde quiere llegar el director, no entendemos lo que busca, no tiene demasiado sentido. La otra parte destacable es el final, en el que se repite una escena similar a la primera, en cuanto a tensión y adrenalina, pero claro, como hemos visto ya toda la película, no resulta tan interesante.

José Coronado hace un papelón, el personaje nos gusta, y nos resulta interesante, creo que la historia se podría llevar mejor a la pequeña pantalla, le podrían sacar mas rentabilidad y contenido. Propongo desde aquí el nuevo estreno de Telecinco "Santos, el brazo borracho de la ley", os aseguro que no irían caninos de share.

Por lo demás, decir que está muy bien filmada, muy bien dirigida, pero el guión flojea, no está a la altura del resto.


Lo mejor: José Coronado, y su última imagen, podría ser incluso mítica. El sonido de los disparos en un buen cine, acojonante.

Lo peor: Que se nos hace pesada, nos lía sin sentido y en muchos momentos aburre. Aguanta gracias a Coronado y su primera escena, como la primera bajada del Dragon Khan, pero pierde fuelle...

Mi valoración final, un 6


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jueves, 22 de septiembre de 2011

Instantáneo - Capítulo 6


Nueve de la mañana, suena el despertador, y el nuevo Martín estrena nueva vida haciendo gala de seguridad mirándose al espejo tratando de encontrar su mejor perfil.

Una ducha fría iba a ponerme en mi sitio, pero antes tocaba un afeitado cuidado, ¿Qué tocaba hoy?, ¿perilla?, ¿bigote al estilo ochentero?, definitivamente afeitado completo y a mojarse.

No pude evitar tararear la canción del último spot de Estrella Damm, el estribillo me lo sabía bastante bien, pero a la hora de seguir la letra hacía uso del famoso guachugüei o semejantes, capaces de disfrazar que desconocías parte del tema mientras te miraba alguna chica en la discoteca.

Me puse unos calcetines de marca que tenía guardados en el cajón, y unos calzoncillos de algodón, de esos que tienen una rajita que hacía que se escapasen mis partes de vez en cuando, ¿ Para qué los hacen así?, me preguntaba siempre que me los ponía.

Camiseta mona, un poquito de gomina y vámonos para clase.

De camino a la estación recogí un par de periódicos gratuitos que compartían una portada dedicada al presidente del gobierno, y el anuncio de una ley que había creado cierto debate populista. Realmente no me interesaba lo más mínimo, así que directamente abrí por las páginas finales y me puse a hacer los sudokus. Primero el fácil para ir calentando, después el medio, y más adelante probaba con el difícil, he de reconocer que a veces me costaba más de diez minutos, pero siempre lo terminaba.

Llegando a la entrada de la facultad, me encontré con un par de amigos, que ya venían enterados sobre la ruptura. Me preguntaron como había ido, y si ella se había enfadado mucho. Les conté la historieta y se partieron el pecho. Para mí resultó bastante positivo, ya que en ese momento era mejor mantener una onda de felicidad, antes de entrar en reflexión moral sobre mis sentimientos, para no entrar en una cierta recaída.

Corté el tema, y comenzamos a andar en dirección a la clase. En el pasillo, y pinchado en el corcho de una pared que era leída por la mayoría de ojos que pasaban por el lugar, relucía un cartel anunciando la próxima fiesta universitaria, esta vez en una desconocida para mí, discoteca de Barcelona.

Mientras conversaban sobre un ejercicio propuesto para clase, interrumpí para comentarles si querían ir a la fiesta.

            - ¡Ei chicos! ¡ Mirad esto!. Exclamé

            - A ver... fiesta universitaria el próximo jueves, en una de las discotecas más de moda de Barcelona... ¡Pinta bien!. Comentó Carlos, uno de mis dos compañeros.

            - Si chicos, hace ya muchas semanas que no salimos como en los viejos tiempos, ¿Qué os parece si montamos una cenita en algún lado y vamos a darlo todo?. Propuse yo.

            - Perfecto, pues envío un correo esta tarde a todos y perfilamos la noche.  Finalizó Carlos, empujado a hacerlo para ayudarme.

El día transcurrió normal, una clase aburrida por aquí, otra un tanto más interesante por allá y algún que otro momento para reír con el profesor de Álgebra.

A pesar de todo ello, yo no pude quitarme de la cabeza esa fiesta, esa noche. Estaba contento, mis amigos me estaban dando el apoyo que necesitaba y cada vez pesaba menos en mí la consciencia, y esa pregunta que iba y venía , y hacía cuestionarme si había actuado bien con esa chica.

Salir de una relación siempre es complicado. La sensación de andar en un puente de madera que cruza de la relación hacia el olvido, está colocado sobre un acantilado a gran altura, que te hace andar a paso firme y sin titubear para que no se rompa y vuelvas al punto de partida.

Después de pasarme todo el día filosofando sobre ello, me acerqué al aula de ordenadores y encendí uno que se situaba en la última fila. Entré en la página del correo y comprobé que, efectivamente, Carlos había enviado un mensaje a todo el grupito bajo el lema "Jueves de Farra".

Se habían añadido ya un par o tres más, y la cosa pintaba bien. En el tiempo que cerraba el correo, entró por la puerta una chica bastante atractiva con la que compartía dos o tres asignaturas.

Siempre habíamos cruzado algunas miradas pero nunca le había llegado a hablar, y era algo que ya no se podía demorar más.

            - Hola... Ana ¿Verdad?. Saludé, bajo la mirada atenta y el rostro de sorpresa de la chica.

            - Si... Respondió ella algo extrañada.

            - Mira quería comentarte que acabo de dejar a mi novia y tenía ganas de conocer a otras chicas. El jueves hay una fiesta universitaria, y realmente eres una chica muy guapa y sería genial que nos viéramos allí. Encantado de conocerte.  Añadí haciendo gala de gran seguridad.

Le di un solo beso en la mejilla y me marché evitando escuchar respuesta alguna. Quería irme sintiéndome ganador, y así fue. Esa fiesta empezaba a ser el otro lado del precipicio


miércoles, 21 de septiembre de 2011

12 hombres sin piedad

Nos vamos al año 1957 para sacar del baúl de polvo y recuerdos, con una de esas película que los más expertos te dirán "¿Pero como que no la has visto?", y es que creo que todo aquél que se interese por este arte tiene una gran oportunidad para aprender.

El film va directo al grano, vemos como cierran sesión en un juzgado norteamericano, y los doce hombres que forman un jurado popular pasan a una sala a deliberar. En esa sala, desde un primer momento nos muestran que va a hacer calor y que se va a fumar, dos aspectos a tener en cuenta en el hecho crítico y objetivo de la obra, que nos instiga a pensar en que no se está a gusto en un lugar como ese, y que todo favorece a terminar rápido con la faena.

A partir de que se juntan todos ahí, deben decidir por unanimidad si el hombre declarado como culpable lo es, y si es así, va directo a la silla eléctrica.  Todo funciona como casi siempre, excepto uno de ellos, que plantea la duda existencial sobre si realmente ese chico no es el culpable y están mandando a la silla eléctrica a alguien inocente.

Proponiendo esta trama, y con un papelón de Henry Fonda, nos adentraremos en el mundo de la palabra y el convencimiento, demostrando que aún no estando seguro de algo, puede defenderse una duda a capa y espada.

La película termina resultando una dura crítica al sistema americano, que pasa por alto muchos factores a la hora de decidir si alguien merece o no morir.

Lo más destacado es el guión, el saber llevar doce personajes tan distintos, de manera excelentemente coordinada y original, sumado a que todos lo hacen muy bien. Además de todo eso, saben generarnos unos planos creativos para exprimir el humor en algún momento, y crear una fotografía lograda en una sala de apenas 15 metros cuadrados.

Lo mejor: Henry Fonda, y sus demostraciones en contra de lo testificado.

Lo peor: La pesadez de algún tramo.


Es un clásico del cine, que visto ahora, y después de todo lo que ha llovido, es complicado de valorar teniendo en cuenta patrones de cine actual. No es un tipo de cine para todos, pero es cine puro. Con todo esto mi valoración es un 8. Evidentemente hay películas con menos nota que me pueden estimular más, pero un guión como el de esta es complicado de encontrar en estos tiempos modernos.


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martes, 20 de septiembre de 2011

La cara oculta

Acabo de salir del cine, con unas ganas tremebundas de comentar esta película colombiana con toque español, así que me lanzo que la tengo calentita.

Sinopsis para los que no sepáis de que va : No hay sinopsis. Me decanto completamente porque no sepáis de que va, e incluso que seáis críticos con el primer tramo de la misma. Yo he seguido estos pasos, y la verdad, vengo muy contento con lo que he visto. (De todas formas, si ni con estas os vais a animar, después del bla bla bla de facebook y twitter del final, os regalo un breve resumen).

Estrenaremos sección, o bueno, podríamos decir que estrenamos patrón. Ahora al final de cada crítica os pondré lo que ha sido para mi lo mejor y lo peor del film. Os informo desde el tercer párrafo para que os intriguéis desde el principio.

He de confesar, que me he lanzado porque salía Quim Gutiérrez, me ha gustado mucho en sus anteriores apariciones, pero realmente me ha dejado insatisfecho. El cine de intriga y pausa no le sienta bien a su abanico de posibilidades, que nos deja indiferentes con su nula evolución y participación real en la trama. Por otro lado, nos encontramos con una Clara Lago que con un papel más simple, que no sencillo, nos llega a encantar y conmover en iguales proporciones.

La otra actriz significativa, de origen sudamericano, hace un papel de simple y tonta que le sienta bien ( no sabemos si porque realmente la chica es así de por si, y ha entrado en la obra porque esta buena, o porque se esfuerza para mostrarnos un personaje conocido por muchos como,  la mujer florero). Nos regala varios desnudos sugerentes.

El guión y el giro de la película me ha parecido genial. Como he comentado antes, no sabía nada, y en un principio me parecía realmente floja, pero luego nos lo han compensado de forma sobresaliente con una última hora que pasa volando. Entretiene como pocas, y realmente el final nos deja con muchas ganas de más, aunque he de reconocer que queda perfectamente y muy elegante. Diría que con la idea que nos ofrecen podríamos hacer una muy buena serie, se me ocurren diferentes posibilidades.

Por poner alguna pega, nos falta un pelín de diálogo, a Quim se nota que también le falta en muchas escenas, pero, por contra, realza la información visual del film y nos mete más en la película, nos deja pensar con más paciencia, y hace que a posteriori, no sepa estar convencido, de si con más diálogo el conjunto sería más eficiente.

Solo diré una cosa sobre la trama, y es que Adrián (Q. Gutiérrez) es director de orquestra, y es un punto que hace poder jugar libremente al director con la banda sonora, con escenas intercaladas que resultan geniales y con mucho sentido. Es un toque de más, muy bien pensado, se nota que ha ido limpiando su obra hasta hacerla más redonda.

En conclusión, si tenéis ganas de pasar un rato muy entretenido, con una idea muy novedosa, y generadora de debates interesantes post-cine, os la recomiendo fervientemente, veréis que no me equivoco.

Lo mejor: el humor negro en las escenas de la oscura Belén,  el ¿Papá? de Fabiana (Martina G.), y el aire fresco que nos da. Que no se me olviden las escenas de sexo "in your face"...

Lo peor: El personaje masculino, teniendo en cuenta que podría ser mucho más transcendente. Su corta duración, teniendo en cuenta que realmente podría dar mucho más de si.


Le ponemos un más que satisfactorio 7.8


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Lo prometido:


Adrián acaba de ver un video de su novia, Belén, en el que le dice que lo deja y desaparece. Este, despechado y con ganas de olvidarla lo antes posible, conoce a otra chica de forma casual, y en poco tiempo se traslada a la tranquila y apartada casa de Adrián. Entre tanto, la policía intenta descubrir sin éxito el paradero de Belén, incluso poniendo en entredicho el conocimiento de su ex-novio. Y es que a medida que avanza la relación entre la nueva pareja... ¿Dónde está Belén?

lunes, 19 de septiembre de 2011

Instantáneo - Capítulo 5


Después de un rato insistiendo sin éxito, el camionero francés cesó en su intento de comunicarse verbalmente con él. No decía nada y parecía que no tenía intención de hacerlo. Lo dejó dormirse y prosiguió con su camino.

Los primeros rayos de sol reflejaban en su frente después de pocas horas de trayecto. Abrió los ojos y se acomodó en el asiento tratando de reconocer el lugar donde se encontraba. El camino avanzaba similar a como lo había dejado en aquel punto de encuentro.

El francés,  levantó la muñeca derecha y la removió para colocarse su rolex de oro en posición para ver la hora que marcaban las agujas. Habiéndola consultado, acercó el reloj a su vista, como si fuera a resultar de ayuda para un hombre que andaba perdido en medio de la nada.

No pronunciaron frase alguna en media hora, hasta que se decidió a parar a repostar en una gasolinera, que se encontraba situada al final de un pueblecito que acababan de atravesar.

El conductor bajó del camión haciendo un gesto con la mano en forma de pistola, indicando que iba a echar gasolina.

Se quedó solo en la cabina, y en medio de ese silencio se alzó de repente, como si fuera el momento de actuar.  Miró a su alrededor y activó la radio cerciorándose de que el francés no lo veía. Avanzó por la lista de emisoras en busca de alguna que hablara de noticias. Fue entonces cuando se detuvo y pudo oír en un perfecto castellano.

“Señoras y señores. El accidente del ave Madrid- Sevilla acumula ya 53 victimas reconocidas y un total de 49 heridos graves. Por otro lado, tenemos 38 heridos leves que en las próximas horas abandonarán el hospital.

Las razones del accidente todavía se desconocen, pero todo apunta a unos problemas con los raíles. El desplazamiento leve de dos metros de vía, y la falta de algunos tornillos pueden indicar que eso estaba en mal estado antes de pasar el tren.

Por el momento altos cargos de la compañía han salido en defensa de la seguridad del medio y achacan el lamentable accidente a la mala suerte.

Lo que está realmente claro es que más de un centenar de familias están pasando por unos de los peores días de sus vidas y ahí ha estado Radio98 para vivir de cerca todo lo acontecido en directo y con padres, hermanos, y conocidos de algunas de las victimas…”

Se quedó con cara de consternación. Hasta ese momento no había oído ningún tipo de información sobre el accidente , y comprobando la gravedad en cuanto a muertos y heridos gesticulo un resoplido, que le descubría superado por todo lo acontecido.

Fue entonces cuando se puso manos a la obra. Se levantó por encima del cambio de marchas y se sentó deprisa en el asiento del piloto. En la guantera encontró una libreta vieja y usada, y un mapa de España actualizado en 2007.

Se apresuró a hojear la libreta, abriéndola por su centro aproximadamente y escritos en color azul, aparecían algunos números de teléfono de contacto. Siguiendo hojeando con velocidad, sabiendo que le quedaba poco tiempo. Entonces encontró una hoja de color rojo que parecía iniciar otra temática bajo el titulo de “Voyages du trabail ”.

“Paris- Barcelone 6-7 avril ” y debajo algunas anotaciones que parecían indicar el tipo de transporte que debía entregar en el lugar de destino.  Prosiguió con su búsqueda a gran velocidad, y se encontró con una página en blanco, entonces,  volvió a la página anterior comprobando que aquel iba a ser el último recado que debía completar el camionero francés.

“Toulouse-Seville 19-21 mai” . Su destino era Sevilla y sabiendo que el tren había colisionado en esa ruta no podía quedar muy lejos.

Entretanto, su acompañante de travesía había terminado de poner gasolina y sin preocuparse por lo que pasaba dentro de la cabina se fue directamente a la tienda de la gasolinera.

Era una tienda grande, y había gran variedad de productos gama pica-pica. Agarró el borde de su sudada camiseta en forma de bolsa improvisada y fue colocando en ella barritas de chocolate, rosquillas, bombones  y un par de bolsas de patatas pequeñas. Al parecer no seguía una dieta muy equilibrada.

Se acercó a la cola para pagar todo aquello mientras ojeaba las portadas de algunos periódicos deportivos, en las que aparecían jugadores con frases dedicadas a las familias de las victimas. No parecía enterarse demasiado de lo que decían.

Una vez llegó a la barra, dejó caer todas aquellas guarrerías y se dispuso a ojear detenidamente una revista pornográfica que probablemente le había llamado más la atención.

Mientras llegaba al poster central,  y con cara de excitación pervertida,  el hombre que trabajaba allí exclamó con un tono un tanto borde, “ Se va a llevar también la revista o le esperamos a que la termine de…”.

Justo en ese momento, y antes de que terminara la frase,  el francés despegó su vista del papel donde reposaba esa explosiva rubia, y fijó su mirada en el pequeño televisor  que se situaba detrás, a la derecha del hombre de la barra.

En la pantalla pudo distinguir imágenes del accidente de tren, mientras hablaba una reportera que estaba en el lugar de los hechos. De repente, aparecieron unas caras lentamente en la pantalla.

            -Qui sont les visages des photos?. Exclamó el camionero.

Un hombre que se situaba a su espalda, haciendo gala de un buen entendimiento de la pregunta, se apresuró a contestar.

-       Son los desaparecidos del accidente de ayer. Dijo.

En ese instante, en el programa, apareció la cara del hombre que le acompañaba en su camión. Bajo el nombre de Manuel Alcázar, y un número de contacto.

Pagó como una exhalación, recogió la bolsa llena de comida que había amontonado el trabajador de la gasolinera, y salió corriendo hacia su camión.

Llegó a la altura de la cabina, subió el par de escalones que lo alzaban al asiento y no había nadie sentado al otro lado. El tal Manuel, había desaparecido, la puerta estaba abierta y ni el mapa ni una pequeña navaja que guardaba en el pequeño arrinconado que se situaba debajo del cambio de marchas estaban presentes en la escena.

Se agarró con el brazo al camión por la parte de su puerta, se levantó pisando el escalón más alto y con la mano haciendo de visera no pudo detectar al fugitivo.

Mientras se sentaba con expresión de decepción, notó algo en el glúteo que le incomodaba. De un pequeño salto agarró lo que le molestaba y se lo puso a la vista. Era ese viejo cuaderno de notas, abierto por la última hoja.

“Merci”

viernes, 16 de septiembre de 2011

Instantáneo - Capítulo 4



Después de comer decidimos deshacernos de mi madre y le propuse ir a tomar un café al centro de la ciudad. No había tenido demasiado tiempo para la reflexión final pero mi objetivo no me permitía dudar.

Así que me embarque en un viaje mental hacía una posible visión de futuro, en el que podía ver como todo terminaba bien y volvía a casa contento de dar un paso importante en mi vida, mientras Marta me miraba con cara de asombro durante los diez minutos que duró el trayecto hasta la mesa de la bonita terraza donde nos alojamos.

Bien abrigados y con una estufa de butano que nos acaloraba el cogote, empezamos a parlotear. Simples comentarios sobre lo divertida que había sido la comida, y lo deliciosa que estaba la carne a la parrilla que había hecho mi madre.

La cosa no estaba para echar cohetes y fue entonces cuando decidí envalentonarme, no podía seguir escuchando tonterías mientras tenía claro que quería terminar con todo aquello, era la hora del hasta luego, y todo comenzó con la frase mágica para las ocasiones.


  -   Marta, tenemos que hablar.

        -  ¿Qué pasa Martín?. Respondió con cara de preocupación.

  
    - Nada… bueno… que en los últimos días me he estado planteando lo nuestro. Ha pasado ya bastante tiempo, y realmente, no veo claro tener una relación estable con mi edad. Pronuncié con convencimiento juvenil.


  -  ¿Qué pasa? ¿Ya te has cansado? ¿ Ya no me quieres?. Eres un auténtico inmaduro. Exclamó ella indignada.
     
        - No es eso…si no que…

Se levantó de la silla de repente, y si antes había estado realmente simpática, ahora era perversa. Cogió el café con leche que había pedido hacía siete u ocho minutos y me lo tiró por encima. Suerte que había pasado ya todo ese tiempo, si no me quemaba la cara.

Mientras me apartaba los gránulos de azúcar de los ojos, me despreció con un “¡Que te den capullo!”, ahondando en ese capullo que sonó con todas sus vocales y todo su significado en mi cabeza. Se giró cogiendo el bolso, y ahí se terminó la escena, propia de mujeres al borde de un ataque de nervios.

Me quede perplejo, miré a ambos lados y me sentí el centro de atención comprobando que a la vez que miraba a la gente de mi alrededor, estos hacían que miraban para otro lado como si con ellos no fuera la cosa, y no se habían enterado.

Esperé esos cinco minutos de reposo, a ver si conseguía olvidarme poco a poco de la escenita. Imposible,  todos y cada uno de los allí presentes estaban esperando el siguiente movimiento.

Me levanté, ya con la mancha de café secándose en mi jersey rojo de lana, y me dirigí hacía la barra para pagar las consumiciones. Mientras sacaba un billete de cinco euros para pagar el café con leche y mi cocacola, al malnacido del encargado solo se le ocurrió decir si quería unas toallitas para secarme el jersey, que lo tenía manchado.

“¿ah, si?, pues no me había fijado”. Pensé irónicamente, y con una mirada de perro le dije “quédate con el cambio”, consciente de que era la primera y la única propina que iba a dejar en ese lugar.

Mientras volvía hacía casa para asimilar todo lo sucedido, me pasé por una tienda de ropa que cruzaba cada día sin haberme detenido allí jamás. Paré en el escaparate, y me decidí a entrar, en busca de un nuevo jersey.

Había poca gente, contaba con ello, y en la primera estantería, a la derecha de la puerta de entrada, estaban colocadas unas camisas de forro polar, bajo la vigilancia de un cartel de color rojo llamativo que anunciaba en letras a mano un “Oferta, camisas anti-frío a 10 euros”.

Encontré una de color negro, adecuada para el día que llevaba, y me la probé por encima de la camiseta interior que llevaba, que por suerte había quedado intacta.

Sin dudar ni un segundo, le quité la etiqueta a esa camisa en oferta, y me dirigí hacia la mujer que se hacía responsable de la tienda esa tarde, muy guapa por cierto.

Se la di, junto con un billete de diez que dejaba huérfana mi cartera, y me marché con gran convencimiento.

Saliendo ya de la tienda, me miré la mano derecha y todavía estaba allí el jersey manchado. Decidí en ese mismo instante que empezaba una nueva etapa,  una nueva camisa para un nuevo momento,  y no había mejor metáfora que esa para resetear mi cabeza en busca de nuevas experiencias sin ahondar en el presente, que justo en ese instante pasaba a formar parte del pasado.

Me acerqué a una papelera bien colocada al otro lado de la acera, y lancé la prenda, junto con todo lo que conllevaba. Era el último regalo que me hizo por Navidad.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Azuloscurocasinegro

En relativamente poco tiempo, he visto las tres grandes obras de Daniel Sánchez Arévalo. Primero vi Gordos, unos meses después, y motivado por lo que me gustó esta anterior, vi Primos, y con la necesidad de ver su más laureada obra he visto Azuloscurocasinegro. Recomiendo fervientemente las tres, pero hoy toca hablar de la última, aunque no nos olvidemos de las otras dos, que nos pueden ser útiles.

Jorge (Quim Gutiérrez) es un tipo que siempre se ha sentido encerrado bajo las raíces de su familia, y a partir de la enfermedad de su padre, se ve con la obligación a consciencia de seguir el antiguo trabajo de su progenitor, portero de un edificio. Esa limitación, le provoca ataduras en cuanto a su relación con Natalia, una chica que siempre ha vivido allí pero con la libertad para hacer lo que él no pudo.

Su hermano Antonio (Antonio de la Torre), lleva un tiempo en prisión y poco antes de recibir la condicional, se enamora de Paula (Marta Etura), una prisionera que busca quedarse embarazada para evitar ser maltratada en la cárcel.

Por otro lado aparece Israel (Raúl Arévalo), que entra en escena como si nada y nos termina regalando una historia familiar más que completa, y que nos sirve para mantener la atención en todos los bandos.

Con estos ingredientes juntos, nos encontramos con una gran película, muy del estilo español moderno, con la sensación de que no vamos a ver nada que se salga de la realidad, muy bien contado, actuado, y sobretodo una gran entretenimiento.

A parte de lo anterior, la historia que nos cuentan resulta muy bien dibujada y pensada, realmente original, y como habréis podido comprobar en mi escasa sinopsis, los tres actores que cito en cada uno de los párrafos, resultan geniales como y donde los pongas. No me extraña que salgan en sus posteriores cintas.

Concluyendo, para mi esta, es la más completa de las tres nombradas, lamentablemente, es la primera, espero que no sirva para hacer una semievolución a peor, no lo creo, pero si a este tipo lo dejan trabajar, seguro que nos puede regalar grandes cosas.

Azuloscurocasinegro, un 8.


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miércoles, 14 de septiembre de 2011

1000 maneras de morir

Últimamente la televisión no nos ofrece novedades destacables, sobretodo el grueso de cadenas populares, pero de vez en cuando hay suerte y casualmente podemos encontrar aire fresco que puede entretenernos de verdad.

Así ha sido mi caso, en lo que se refiere a este programa/documental llamado 1000 maneras de morir. Consiste en ofrecernos en cada capítulo una serie de minihistorietas bajo un título y un número del 1 al 1000, en la que nos relatan una muerte real (o basada en hechos reales), verdaderamente incrédula, de manera sorprendentemente cómica.

Basándome en lo que he leído, las muertes son verídicas, pero tal y como las pintan, las familias relacionadas que las vean no van a estar muy contentas...

Cada historia mantiene un patrón, nos presentan la trama, en la que van apareciendo expertos, que en muchos casos son completamente de tono humorísticamente MUY negro, ya sea un tipo disfrazado de Vikingo, bajo la etiqueta de "experto en vikingos" y mostrando seriedad a una muerte vikinga,  o un experto en pedos, bajo una muerte del tipo "Muerte bajo quemadura con metáno".

Todo ello avanza con una voz en off, que nos va contando la historia, en la que en su final es capaz de añadir una moraleja en forma de comentario ingenioso, que aumenta la incredulidad del televidente.

Lo recomiendo muchísimo, genera grandes relatos irónico-humorísticos, os divertireis, y en la mayoría de los casos os intentareis convencer de que no puede ser cierto lo que estáis viendo.

La podemos encontrar en Nitro, las noches de los miércoles a las 00:15.

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domingo, 11 de septiembre de 2011

Instantáneo - Capítulo 3


Empezaba a anochecer.  Ya se había alejado de toda la escena y era momento de detener su camino. Se sentó en una pequeña roca situada a lo alto de una llanura desierta.

Vestía con una camisa azul marino, que había quedado maltrecha, y llevaba unos tejanos desgastados y algo desgarrados en la parte posterior, acompañados de un cinturón de piel barata. Tocándose el cuello, descubrió que lucía una pequeña cadena metálica, con un cristo dibujado en la medalla que yacía enganchada a su hombro, a causa del sudor y polvo que manchaba su cuerpo.

Por el camino, pudo comprobar la gran fortuna que había tenido al salir prácticamente intacto de un accidente de ese calibre. Unos pequeños rasguños en el cuello y en el tórax eran las únicas cicatrices que podían demostrar que él había estado en ese tren.

Comprobó que lo único que llevaba en los bolsillos eran un billete de diez euros y un puñado de monedas que apenas hacían ruido al caminar. En el bolsillo derecho se amontonaban trozos de cigarros rotos en una pequeña cajetilla deformada por el golpe. Nada más.

No tenía comida, no tenía agua. Y en el horizonte no había señales de existir un pueblo cercano.  Se levantó y siguió andando. Su misión había sufrido un cambio de planes. Ya no era necesario seguir huyendo, era el momento de encontrar algo para comer.

Siguió avanzando por el sendero, hasta ver a lo lejos una especie de escultura, de color oscuro, que se apostaba al final de la ladera. Se apresuró un poco, no estaba tan cerca como parecía, hasta que la pudo distinguir.

Tenía la forma de un toro bravo. Soltó una carcajada contundente, digna de haber salido recientemente de un psiquiátrico. Parecía que esa escultura le resultaba familiar, le tranquilizaba.

Repentinamente pudo escuchar el ruido de un claxon sonando repetidamente, que le hizo cambiar el gesto por completo. Rodeó al toro metálico por la parte derecha y se puso a correr gastando todas sus energías, en busca del origen de ese ruido.

Mientras seguía corriendo, algo descompasado, observó que ese ruido provenía de un coche que se marchaba a lo lejos del camino. A medida que se acercaba y ya visionando un sendero pudo ver a un par de pequeños jabalíes que marchaban por el arcén. Debían haber sido los causantes de dicho claxon.

Se detuvo justo en el centro de la carretera, recuperando la respiración, restaba agotado, y miró a lado y lado de la carretera.

A la derecha, la oscuridad de la noche con una luna menguante que iluminaba lo justo para distinguir la senda. A la izquierda las luces rojas a lo lejos, de ese coche que ya no lo iba a descubrir.

Bajó la mirada, sabiendo que había perdido una gran oportunidad y cabizbajo se acurrucó en un pequeño amontonado de hierba que había a dos metros de la vía.
Los párpados se le hacían cada vez más pesados y llevaba mucho cansancio acumulado después de haberse pasado toda la tarde andando, coronando en ese gran sprint final.

Acurrucado en el lugar,  algo dolorido,  se empezó a adormecer lentamente, como saboreando cada segundo de ese descanso sagrado. Pasó su brazo derecho por debajo del cuello para acomodarse, y esbozó una sonrisa de tranquilidad. Se sentía en un clímax que no recordaba, y los sonidos de los grillos impactaban en sus oídos como cantos celestiales que lo llevaban en volandas hacía el descanso eterno.

Habiendo llegado al punto del sueño, en el que llamas a la puerta de la inconsciencia, los grillos fueron callados por otro ruido más potente. Cada vez era más palpable, hasta llegar al punto de hacerle abrir los ojos. Giró la cabeza torciendo el cuello noventa grados y con los ojos muy cerrados observo dos luces blancas que lo enfocaban.

Se había estirado lo suficiente como para invadir el arcén con sus piernas, y en ese momento todavía no reconocía el vehículo que emitía esa luz deslumbrante, que, segundos más tarde propinó un ruido de frenos desgastados, y como se detenía lentamente para venirlo a buscar.

Algo más reconocible, se alzó a la altura del codo apoyando la tierra, y el conductor del camión rojo abría la puerta para rescatarlo. Se acercó a él con cara de preocupación y dijo en un correcto inglés con acento afrancesado:

-       What are you doing where man?

No hubo respuesta, se quedó paralizado, entre el sueño, el cansancio y el shock del momento no cuajó gesto alguno.  Entonces, el conductor lo agarró del brazo derecho colocándoselo en su espalda, y, a cuestas lo fue acercando hacía la puerta del copiloto. Lo subió lentamente,  y consiguió adosarlo derecho en el asiento.

Una vez cargado, el camionero se montó de nuevo en su asiento y reemprendió su camino.



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sábado, 10 de septiembre de 2011

Drácula, de Bram Stoker

Siempre intento hacer críticas objetivas, no quiero que se note demasiado la rasante a la que se dirige mi escritura y trato de ver las cosas de manera justa para todo lo que veo. Sin embargo, tengo que reconocer que hay películas que lógicamente me gustan más que otras, o más allá de la comparación, me gustan y punto pelota, que diría Josep Pedrerol.

Está es una de aquellas que a pesar de que encuentras cosas realmente denunciables, no lo haces y la disfrutas, porque te ha gustado la idea, la manera de hacer, o que sé yo.

Drácula de Bram Stoker, nace como muchas, hace tanto, tanto tiempo... en una comarca de un país muy, muy lejano... un hombre que amaba a su esposa... etc, etc, etc.

Pero, a Coppola se le va la olla, y eso se agradece. Porque para escribir una sosez de hora de la siesta ya estarán otros. De primeras, pasando página al tramo de  "cuenta la leyenda...", encontramos un jovencísimo Keanu Reeves, que empieza pareciendo tonto, y acaba ganando el diploma al más tonto, y diría que hasta le pega (Tanto como personaje, como actuación en ESTE film... siempre recordaré a Neo). Tenemos a un Gary Oldman, que, con perdón, se sube al cielo de los Al Pacinos, y nos regala un Draculón magnífico, con su lujúria, locura, y da miedo de verdad, cuántos valientes entrarían con él en el castillo de Transilvania...

Y luego le sumamos a la Wynona Ryder más guapa que he visto jamás, y a Anthony Hopkins en uno de esos papeles que se nota que le gustan, y personalmente, es el tipo idóneo para ellos (Sobretodo en esos años, principios de los 90...).

La trama avanza por una visita de el joven Jonathan Harker (K. Reeves), al susodicho castillo, donde se halla el Conde Drácula. La visita se produce porque el oficial ha vuelto completamente loco con ideas satánicas, y mandan al pobre Harker a ver que pasa, eso sí, solo, con carroza antigua, y mejorando lo presente, llegando al castillo entre truenos y aullidos.

En el momento del recibimiento, se nos cae la baba viendo a un atemorizador Drácula, que no parece causar estragos en el tenaz visitante. Hemos llegado a lo mejor de la película, y no defrauda, vemos numerosas escenas interesantes entre ellos, y las ganas de saciar la sed del anfitrión. Todo este tramo pantanoso es genial, con escenas de vampiresas y todo, mientras vemos que la joven Mina, se preocupa por su amado, en el jardín de la casa de su mejor amiga.

A partir de aquí, y concluyo el resumen para evitar "aguafiestas", los dos protagonistas principales tratarán de persuadir a Mina, con dispares objetivos, el de una agradecida pareja británica, o el de la vida de los NO muertos...

Destaco sobretodo a Oldman y su personaje, lo primero por encima de lo segundo, la capacidad de acojonar sin hacer sustos, y la poesía que nos transmite pese a todo ello. Es una de aquellas pocas que a pesar del paso de los años, no se ven antiguas, se ven únicas.

Tope Gama le pone un 8. Si ha parecido que es una de mis favoritas, no lo es, pero si que la recomiendo mucho, para pasar un rato muy entretenido.


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martes, 6 de septiembre de 2011

Instantáneo - Capítulo 2



-¿Alguien podría salir a la pizarra y definirme la Transformada de Fourier compleja?, dijo el profesor.

Ante el silencio atónito del resto de estudiantes,  y viendo que el maestro empezaba a poner cara de soberbia haciendo honor a su subjetiva superioridad me dispuse a levantar el brazo.

-Yo mismo. Respondí con decisión.

A medida que me levantaba de la silla, me acercó la tiza blanca que llevaba manchando la punta de sus dedos durante más de 30 años,  y con cierto grado de confianza superficial causada por la presión del momento,  escribí la respuesta en la pizarra.

Los resoplidos y las caras de sorpresa se empezaban a multiplicar a medida que terminaba la fórmula. Sentí un  cosquilleo que simulaba la satisfacción de la victoria,  y el  profesor Navarro finalizó la escena con un “no deja de sorprenderme, señor Tena”.

Volví a tomar asiento, miré la hora en el reloj que estaba apoyado en la estantería de los libros de clase, y comprobé que ya tan solo quedaban cinco minutos.

En esos cinco minutos,  la compañera que tenía al lado me hizo saber que estaba muy sorprendida por mi lección, y me propuso que se lo enseñara una tarde de domingo tomando un café calentito en el centro. Me negué, soy un hombre de retos, y cuando las oportunidades se presentan tan sencillas, no me motiva en absoluto su resultado,  además, en las últimas semanas había engordado un par de kilos.

Justo en el momento en que la cosa se estaba poniendo fea,  apareció la campana para salvarme,  y me apresuré a abandonar el aula rápidamente.

Me puse la chaqueta, los guantes y mi bufanda de lana; las calles de Barcelona a principios de Febrero eran aptas para el ecosistema de los pingüinos,  y crucé la puerta de la clase.

De camino a la estación de tren, no podía dejar de pensar en la cita que tenía aquella tarde,  había quedado con Marta, la chica con la que llevaba siete meses saliendo, y no sabia como decirle que ya no quería seguir con ella evitando pasar más de media hora escuchando berridos y frases con punzón, capaces de hacerme recapacitar en ciertos aspectos de mi conducta y mi estilo de vida.

Y es que realmente, había pasado unos grandes meses junto a ella, pero ya se sabe, tener veinte años, un cuerpo cuidado y con éxito, y un estilo de vida muy alocado, no era compatible con dar fiabilidad a una relación esporádica que ya había durado demasiado.

Mientras la gente del tren me observaba con incredulidad, yo seguía practicando esa frase mágica para dejarlo todo y sentirme un buen chico.  Era la escena típica de película americana en la que el chico con chaqueta desabrochada de equipo de fútbol,  frente a un espejo y con mirada de “lo siento nena, pero no te puedo dedicar más tiempo” practicaba una y otra vez.

“He pasado unos grandes meses a tu lado, pero me tengo que centrar en los estudios”, “He recapacitado y creo que prefiero que seamos amigos”, o “ Lo siento pero soy gay” eran algunas de las grandes favoritas a ganar el Oscar a la ruptura más eficaz y menos sangrienta de los últimos tiempos.

Mientras seguía en mi mundo, se escuchó la voz robótica de la señora del tren anunciando la próxima parada y me amontoné en la puerta de salida segundos antes de que se detuviera definitivamente.

Recuerdo que cuando era pequeño,  trataba de colocarme de los primeros para pulsar el botón verde, una de esas cosas que te hacen sentir importante a esas edades,  y realmente, siempre que estaba en aquella situación, lo recordaba.

Saliendo ya del vagón me crucé con una profesora que había tenido en primaria, una tal MariJose o Mariajosé, no lo recordaba muy bien, y me invadió esa gran duda a la hora de cruzarme con alguien que era vanidosamente recordado.

¿La saludo ya?¿Me espero un poco?... ups, creo que todavía no me ha visto…a ver, creo que ya si, ¿Se acordará de mi?, porque con las pintas que llevo últimamente, y lo cambiado que estoy quizás ya…

- ¡¿Hola Martin?!, exclamó, la ya mayor, profesora de primaria.

- ¡Hola!, Marijo…Maria… ¡Señorita!, ¿Cómo está?, respondí yo con habilidad.

- Bien, hijo, bien,  tratando de seguir haciendo que los chicos estudien y sean alguien el día de mañana. ¿Por qué tu ya eres un hombre de provecho verdad?, preguntó con una mirada, en la que en caso de respuesta negativa, hubiera optado por responder afirmativamente de todas formas…

Sí, ¡Claro!, estoy en Barcelona, haciendo un poquito de ingeniero. Contesté sabiendo que se sentiría orgullosa.

De repente, la cara de la señora, se empezó a poner color capote taurino, y fuí consciente de que estaba empezando a faltarle la respiración cuando se intentó hiperventilar con la mano derecha.

-       ¿Esta bien?, pregunté algo atontado y falto de recursos.

No recibí contestación alguna, era evidente que la mujer necesitaba ayuda.

La agarré por el tórax para que no se cayera, intentando no llamar demasiado la atención, el andén estaba lleno de gente, y de momento el asunto seguía estando entre ella y yo. La intenté sentar en el banco que por suerte estaba situado a un metro escaso, acompañándola con unas palmaditas en la espalda.

Me senté a su lado y parecía que la mujer se sentía algo más aliviada.

-       Gracias, hijo, gracias… Ya se sabe que con la edad…. Susurró agotada.

Esperé unos minutos a que volviera a su estado inicial. Ya es mala suerte que no sabiendo si saludar o no, me acabase pasando eso,  pero que le íbamos a hacer, no iba a dejar a la mujer ahí, con el ataque respiratorio o lo que fuera eso.

En cuanto la vi algo recuperada, le pregunté si ya estaba todo bien, y partí de nuevo hacía casa, algo tarde, pero todavía a tiempo para que mi madre no se enfadara por llegar con la comida fría.

Volteando la calle anterior, de la anterior a la mía, consulté el reloj del móvil, comprobando si todavía estaba en el intervalo horario para llegar a casa sin problemas domésticos.

No, no lo estaba, y aceleré el ritmo de mis piernas al instante, como participando en una carrera olímpica de marcha,  y logré llegar a la puerta de mi casa en 38 segundos exactos, entonces,  piqué con el puño en la puerta tres veces.

- Hola cariño. Dijo mi madre con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Sabes quién ha venido a comer?

Justo en ese instante apareció al fondo del pasillo. Si, era Marta, y no, no esperaba para nada la visita. Más que nada porque ella y mi madre apenas se conocían de cuatro ratos que había pasado por casa.

-       ¡Hola Martín!, dijo también sonriente.

Recuerdo esa comida como uno de los momentos más sobreactuados de mi vida, ¿Cómo hacer para que todo parezca correcto, sabiendo que en mi cabeza no lo está? Difícil pregunta, fácil ejecución.

Me mantuve como si nada fuera a pasar, hice las delicias de mis dos acompañantes contando lo que me había pasado hace un rato en el tren con la profesora, e incluso lo hice con gracia. La tarde con todo ello figuraba más complicada de lo que en un principio iba a ser, porque si una cosa he aprendido a lo largo de mi vida, es que los cambios de estado bruscos en poco tiempo son aún más complicados de gestionar.


lunes, 5 de septiembre de 2011

La piel que habito

Pedro Almodóvar nos trae a cartelera este thriller/drama psicológico y sobretodo creativamente inédito con tintes de humor negro. La piel que habito, un film enigmático, turbio y algo misterioso que nos llevará a la butaca con un plus de atención para que no se nos escape nada.


De primeras, comentar que la cinta entra con un tono de película distinta y algo antigua pese a datarse en un futuro próximo, colores muy marcados y toque algo Kubrickiano. Banderas nos abre el telón protagonizando a un cirujano plástico muy amante de su trabajo, obsesivo sería la palabra, ciertamente enigmático , pero que habiendo terminado la pelicula, lo tacharía de "¡casi!, pero no..", porque no consigue meternos su frialdad en el cuerpo, no lo hace longevamente recordable.

El resto de actores, como el propio Banderas, están muy a la altura, y se alejan de los estilos primitivos de Almodóvar, no colaría como una película tipicamente española, pese a las sí tipicas escenas de sexo, esta vez, mucho más elegantes y comedidas.

La trama funciona con un planteamiento muy interesante y grotesco, dejando todas las dudas y preguntas sobre la mesa, y mostrandonos la fantasía que existe en la mente del manchego, con personajes inanodinos, y una posterior historia que nos costará comparar a algo anterior.

A medida que avanza la película, personalmente, he tenido la sensación de que, pese a que jugamos en una liga superior, nada a salido a la palestra como sorpresa mayúscula y la história rueda en la línea de lo estúpido y sin sentido, esperando algo más que no llega, esperando eso que haga pasar de una película bien montada a una gran película. Se queda ahí, dejando el regusto agridulce de haber entendido demasiado y no haber exprimido nada.

En conclusión, tenemos la sensación de haber visto algo muy nuevo, pero que nos deja algo indiferentes.

La nota de Tope Gama, un 6.3